lunes, 3 de febrero de 2014

Departamento de Promesas No Cumplidas.

Existe un lugar en el corazón, entre la cava y la aorta, que pocos estudiosos de la anatomía han logrado encontrar.
En éste lugar escondido podemos ver una ventanilla, un escritorio, un archivero, una señorita que sonríe por mero protocolo y un letrero gigante que dice "Departamento de Promesas No Cumplidas".
¿Cómo sé esto? Hace unas semanas estuve ahí, más bien, aparecí ahí.
Lo único que recuerdo, es que antes de llegar, estornudé como nunca antes en mi vida. Fue un estornudo de esos que se te meten desde la nariz y sientes que te detienen el corazón. Y cuando abrí los ojos, estaba frente a una ventanilla.

-Departamento de Promesas No Cumplidas- Me dijo la señorita, con cierto tedio y una sonrisa de Gioconda.

-¿Perdón?- Repliqué con extrañeza.

-Mire, si está usted aquí, es porque seguramente no cumplió con alguna promesa, otra vez, y debe de recibir una amonestación.- Dijo aún con tedio.

-¿Otra vez? ¿A qué se refiere con "otra vez? Es la primera vez que estoy aquí, además, yo no rompo mis promesas- Argumenté molesta.

-¿Su nombre?- con más tedio aún.

-Florencia, Florencia Guel..- Le dije e inmediatamente sacó del archivero una carpeta con mi nombre.

-Señorita Florencia, esta carpeta lleva un registro de todas las promesas que no ha cumplido- abrió la carpeta y me fue señalando una por una. -Aquí puede ver el historial de llamadas prometidas que no hizo. De éste otro lado, las fiestas a las que dijo que iría y faltó. En ésta otra los nombres de la gente con la que prometió estar en contacto siempre...-

-¡Bueno basta! Ya entendí, no he cumplido muchas promesas, ok. - me alteré - Pero aún así, sigo sin entender ¿por qué estoy aquí? nunca antes había venido aquí por no cumplir una promesa.

-A eso iba justo antes de que me interrumpiera- me dijo, con cierto gozo al verme molesta.

-Tiene usted una amonestación por hacer promesas grandes que evidentemente no cumplirá.- dijo con placer en la mirada, y una sonrisa dibujada.

-¿De qué habla?- me enojé más.

-El 3 de febrero del 2011 se hizo usted una promesa. Prometió que no se volvería a enamorar, ni dejaría entrar a nadie a su corazón- leía mi historial paladeando cada una de las palabras. -No sólo eso. Usted se prometió que sobre todo NO, escuche bien, NO se enamoraría ni de un actor, compañero de trabajo y/o persona del medio. Volviendo su sanción aún mayor. No lo trate de ocultar, se le ha visto rondando en su corazón, reune todas las características que usted prometió no violar, así que, hágase y hágame este trabajo más sencillo.

Sólo pude dar un fuerte suspiro. Me cayó como un balde de agua fría el escucharla. No podía negarle absolutamente nada, era verdad.

-Y ¿cuál es la amonestación?- por fin pude replicar.
-Trabajo forzoso en su nueva relación, que durante toda su relación deje a un lado sus miedos, que se comprometa, gritar a los cuatro vientos lo feliz que se encuentra, presentarlo a sus familiares y amigos, disfrutar de las mariposas en el estómago, aceptar lo nuevo en su vida y gozarlo; Todo ésto con el fin de que viva la vida como es y deje de hacerse promesas que sabe que no cumplirá- me dijo con satisfacción, seguramente al ver mi cara.

Cuando estuve a punto de hacer más preguntas, volví a estornudar y desaparecí de ahí.
Así fue como conocí esa sección en el corazón. Fue entre la aorta y la cava donde aprendí a no hacer más preguntas y a aceptar las amonestaciones, la vida y el amor, tal como vienen.



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