A todos los hombres de mi vida; amigos, novios, amantes,
pretendientes y papá.
Debido a mi condición, tal vez no debería escribir esto.
Pero por lo mismo, suelo hacer cosas que no debería. Así que ¿qué más da?
Mi condición: mujer.
Yo no lo pedí. Así nací, con todo lo bueno y lo malo. Nací
mujer.
Y no es que lo odie o crea que es una maldición. Pero con
los años la insatisfacción crónica, comienza a ser desesperante.
Y ya que estoy diciendo éstas cosas, he de confesar que soy
adicta al poder, al control que puedo ejercer sobre ti.
Estoy consciente de cada uno de los atributos y estrategias
con los que cuento para tener ese control. Para tenerte ahí, a mi lado,
haciendo cosas por mí. Porque esa debilidad tuya, le va muy bien a mi
fortaleza.
Y aunque pueda parecer otra cosa, también pienso en ti.
Quiero hacer cosas por ti, cosas que te hagan feliz en agradecimiento por tu
atención. Quiero cocinarte, mimarte, hacerte reír, amarte, idolatrarte,
piropearte.
Hay días (muchos más de los deseados) en los que soy insoportable,
ya sea porque llore sin razón, o me ofenda, o sea grosera, o esté molesta, o
(por más maniaco que parezca) porque tengo ganas de herirte para luego
abrazarte y convertirme en el ser más adorable.
Soy acumuladora. Me encanta tener. Quiero mucho y de
todo, y lo exijo porque creo que lo
merezco, estúpido ya sé, pero igual lo
creo.
Sí, me encanta que me halaguen, que me halagues, que me
recuerdes lo guapa que soy, las cosas que te gustan de mí, lo bien que me veo
(cuando así es) y no porque lo dude, sino porque me encanta escucharlo, y más
si viene de ti.
Quiero que tu tiempo sea para mí. Y el mío, sólo mío.
Quiero que sepas que todo lo que te hago pasar es porque me
importas, porque te quiero y te quiero en mi vida.
Y como sé que es difícil de entender por qué recibes
caricias, regaños, abrazos, lágrimas, reclamos, regalos, sorpresas, amenazas,
abusos, etc. Lo único que te puedo decir es:
Perdón, sólo soy una tonta mujer.